3/11/08

ESTUDIO SOBRE LA EMPATIA por A. Sánchez Bodas

CONSONAR Y CONFLUIR
(HACIA LA CONFLUENCIA DE CONCIENCIAS)

Notas para conferencia del 12 de Noviembre de 2008
Autor: Andrés Sánchez Bodas

PALABRAS PRELIMINARES
Esta conferencia se instala como una estación en un recorrido de re-visión, de volver a mirar, de observar y pensar desde otro lado, lo que se ha dicho y hecho, conceptual y prácticamente, desde el Enfoque Centrado en la Persona de Carl R. Rogers. Así se despliega un modelo, tanto desde si mismo como en el tránsito a otra manera de enfocar, que se basa en lo que se ha mirado y delimitado en los inevitables recortes preceptúales que acontecen cuando se conceptualiza.


Si esta acción no se hace el concepto se anquilosa, se repite como formula, no entra en la dialéctica del camino hacia la totalización, se dogmatiza (se hace dogma incuestionable), y de hecho desaparece se marchita y muere de pena, dando pena.

En la conferencia que dicté el 11 de Junio de este año, y desde la idea dialéctica que asumo, abordé un concepto nodal del ECP, el de Tendencia Actualizante, que a mi entender se estaba haciendo fórmula repetida, no solo por el hecho de no repensarlo, sino sobre todo por la acción muchas veces vista de repetirlo, o por imitación, y no por comprensión surgida del cuestionamiento que lo re-visa.

Allí, ese día, y en el texto que emergió y fue distribuido a posteriori, hice centro en la noción de si mismo, en la cerebración creciente que nos constituye, y que hace a esta función psíquica, que algunos denominan Self, otros noción de Yo o de Si mismos, que resulta de la aparición evolutiva del neocortex, o cerebro superior, lo cual nos dota de la posibilidad de percibir al otro, auto percibirnos, significar, simbolizar los datos que los sentidos nos informan, co construir al unísono, sincrónicamente, en vínculo social, nuestro lenguaje, el pensamiento, y decodificar las emociones constituyéndolas en sentimientos.

Esto me hizo decir, como síntesis, que en los humanos no podemos hablar de tendencia actualizante sino de auto actualizante, y desde allí entra en cuestión lo que se actualiza, acerca de su naturaleza positiva etc. etc. (ver texto de la misma)

Hoy, al tomar en cuenta la noción de Empatía, lo hago desde un similar contexto de abordaje epistemológico, y lo he elegido, para continuar este ciclo de conferencias, dado que por un lado es otro concepto eje del ECP, que implica otros, y que, a mi entender, necesita revisarse ampliando y abriendo su perspectiva hacia el paradigma que conlleva una lectura como la que vengo planteando en mis libros y artículos desde hace varios años.

En el título y subtítulos de esta exposición está la intención de la misma, recorrer sintéticamente el concepto desde sus orígenes, que son filosóficos, discurrir distintos relatos que lo vienen definiendo conceptualmente en su pasaje a la psicología y el Counseling, exponer otros que considero claves para ubicarnos en una nueva manera de comprenderlo, y ubicarlo en una intención de encuentro con el otro que facilite el despliegue de mutuos potenciales, tal como pretendemos desde nuestro modo de mirar las relaciones de ayuda.

Desde ya, pido, que al escuchar o luego leer esta presentación, recordemos que cuando se habla o escribe, y desde allí redefine o recrea conceptos, estos implican otra manera de constituir la realidad, que conlleva otros modos de estar en/con ella, y que no es solo denominarla de otra manera como algunos a veces dicen, con buena o mala intención, sino de modificarla y para ello hay que hacer el esfuerzo de reubicarse desde un otro lugar de percepción.

PRIMERA PARTE

Recordemos que cuando Carl Rogers incorpora el concepto de empatía, la integra en un marco actitudinal, un trípode junto a la Aceptación Incondicional y la Congruencia/autenticidad/genuinidad, que encuadra su modelo de acción terapéutica, un modo de estar ante otro que pide ayuda, y que de darse, el autor considera necesario y suficiente para lograr facilitar cambios y transformaciones positivas de los consultantes.

Es entonces que hablar de ella (la empatía) nos llevará, seguramente, a integrar un conjunto de variables vinculares que se ponen en juego en cada encuentro interpersonal que pretenda establecerse empáticamente, tales como los de identificación, resonancia, consonancia y conciencia, entre otros.


El concepto de Empatía fue creado para denotar la capacidad que tenemos de “sumergirnos” y coparticipar en la experiencia subjetiva, cognitivo emocional, de un otro que está ante nosotros.

Es la posibilidad de acercarse a un poder “ver” el mundo tal como lo “ve” otro, y cuando decimos “ver” o ve”, nos referimos a la percepción que se estructura ante y con el mundo.

En una relación de ayuda y/o de escucha que se pretenda terapéutica debemos, en principio, hablar de comprehensión empática, donde la “he” que se agrega a la palabra comprensión agrega el factor emocional, y totaliza la posibilidad de adentrarnos en la subjetividad emocional-cognitiva del que nos pide ayuda.
Es importante notar que empatizar como entendimiento, comprensión y comprehensión de la experiencia de otro, es una capacidad innata, que poseemos desde que nacemos, que compartimos con todas las especies vivas, y que sin ella, sin que la despleguemos o que no la desplieguen con nosotros cuando somos pequeños, moriríamos.

Ahora si la pensamos desde nuestros roles profesionales es necesario elaborar modos de respuesta a la “experiencia empatizada”, modos que apuntalen el crecimiento del vinculo hacia un encuentro de conciencias, porque, como ya veremos, puede ser utilizada para ayudar o para causar daño, para acompañar hacia el auto conocimiento o para manipular.

Por otra parte será necesario adentrarnos en la idea de que hay niveles de empatía, que hay formas funcionales, uni direccionales, otras vinculares, y sería interesante preguntarnos que esta en juego en la relación cuando se pone en juego la empatía, y si es posible empatizar todo, parte, cuando, como etc.

Cuando Carl Rogers toma este concepto, y lo lleva a la práctica terapéutica, y sobre todo en la etapa en que define los distintos tipos de reflejo, es notorio que pensaba que los terapeutas y los counselors debían empatizar con el mundo interior del consultante y desde allí emitir una respuesta verbal o gestual que ayudara al mismo a darse cuenta y resignificarse.
Es obvio que fue un progreso notorio en relación a los sistemas interpretativos y conductuales vigentes, pero si bien nos sacó del rol de interpretador o consejero conductista, en sus primeras etapas nos coloco en el de “empatizador”.

Si hacemos un poco de historia y desde ella asociamos como llegó a nuestro mentor este “constructo” teórico, nos va a facilitar acceder a él de una manera más integral.

El término Empatía fue introducido por Edward B. Titchener (1867-1927), un brillante psicólogo Inglés, discípulo de Wilhem Wundt (1832-1920) este último considerado el primer Psicólogo Científico, dado que fundó en 1879, en Leipzig, el primer laboratorio de psicología experimental.

E.Titchener trabajó en la Universidad de Cornell, EEUU, y allí llevó las ideas de su maestro y de hecho se le reconoce como el introductor en ese país de la intención de hacer de la psicología una ciencia, algunos autores lo ubican como el fundador del estructuralismo en nuestras disciplinas, siendo muy importantes sus aportes en las teorías del aprendizaje.

Este autor, fue influido por Teodoro Lipps (1851-1914) un filósofo que trabajó intensamente sobre la manera en que se estructura la conciencia, siendo de los primeros en formular que la psicología es la ciencia de la experiencia tal como se nos da en forma inmediata, y que su “vida interior” solo puede conocérsela de esa manera: en la inmediatez de la experiencia. Por otra parte es también de los primeros que habla de la apercepción, es decir del modo en que la conciencia reflexiona simbólicamente y da significado a lo que percibe constituyendo el “yo”.

Desde allí surge el concepto de “Einfühlung” el punto máximo o ultima fuente del poder conocer lo real, que traducido del alemán podría denominarse: autoobjetivación. T. Lipps nos dice que auto objetivar es “transfundir” el “yo” en lo dado, “ir hacia lo dado” (interesante idea que J.P. Sartre retoma muchos años después cuando nos habla de la conciencia como “conciencia de”), compenetrarse “en la cosa”, “vivir en ella”.
Dicho de una manera más sencilla y actual, conocer concientemente es comprometerse en y con el objeto a conocer, y hacer una entrama en donde se integra el sujeto que conoce y el objeto conocido en una sola acción.

Para Lipps, los actos de la conciencia no se pueden dividir, sino que son una unidad las cosas, los yoes y los otros yoes que interactúan, algo así como el “otro” del cual tanto se habla hoy.

Una traducción literal del término (fonéticamente se pronuncia Ainfülung), se logra dividiendo la palabra en “ein”: uno y “fhülung”: sentimiento, algo así como “uno sentimiento”, que notoriamente marca el espíritu de dicha palabra.

Es por ello que E. Titchener, toma esta idea y traduce a “Einfühlung” como Empathy: Empatía, que da cuenta de lo que denota tal término, tanto en inglés como en castellano.

En un plano de asociar tiempos, espacios y personajes, no es casual que el filosofo norteamericano William James es influido por Titchener, y a su vez Carl Rogers inspira mucho de sus pensamientos en James.
No digo con esto que se de una relación causal sino que es muy probable que el término empatía estuviera muy incorporado en la filosofía pragmatista que influyó en nuestro maestro y al necesitar ponerle nombre a la experiencia que Rogers establecía con sus consultantes, en el sentido de pretender integrarse a las vivencias del otro para comprenderlo se eligiera denominarlo empatía.

Si volvemos a Lipps, este nos plantea que la mayor fuente de conocimiento, la más profunda, que el ser humano puede acceder es la “einfuhlung”, en tanto cada “objeto” que es incorporado al pensamiento o mundo interior, posee las cualidades que surgen de la “transfusión” del yo o si mismo en y con lo dado desde el contacto sensible.

Lo que logramos conocer de esta manera, desde esta actitud de relación, hace que “vivamos” en ello, que nos sintamos compenetrados no solo cognitiva o racionalmente sino como realidad viviente.
Por ejemplo, no es lo mismo pensar una línea recta, o curva, como abstracciones mentales, que al mirarlas sintamos que vamos rectos o que ascendemos o bajamos al ritmo de la curvatura que estamos integrando en nuestro conocer la experiencia de rectitud o curvatura.

El autor nos lleva a reflexionar sobre la incorporación del lenguaje, y nos dice
que aquello que nombramos con una palabra, la cosa nombrada, son dos fases de una experiencia unitaria: la palabra que nombra y la cosa se dan unidas en el contacto, no hay otra manera que ese fenómeno acontezca. Es por ello que si vamos a algo más complejo como es el pensar y la comunicación del pensamiento que si se esta comprometido con las otras personas con las cuales interactuamos, se pueden observar estados de conciencia integrados, combinados en su unidad como las cosas que nos decimos y lo que somos entre nosotros. De esta manera, el filósofo Lipps ayuda a la psicología a empezar a comprender la formación de la conciencia como un proceso integrativo fisiológico vincular.

Esto implica reconocer la cualidad humana de posibilidad de acercarse al objeto, de dejarse impregnar por él a través de los sentidos y lograr que se sume como contenido de conciencia.

Es indudable la influencia de Brentano en tanto la idea de intencionalidad, más aún cuando dice que la sensación es un acto pasivo y la imaginación es activa en su intención, por ello plantea la apercepción como un hecho humano que toma lo dado y lo significa.
Cuando hablamos de lo que Titchener traduce por empatía, nos remitimos a esa interacción que posibilita un conocer profundo.
Lo importante de esta síntesis sobre las ideas de Lipps que aquí nos interesan es empezar a comprender las fuentes del conocer humano, y sus niveles, ubicando a la empatía como el que nos posibilita un saber Saber.
Por otra parte, y si bien no utiliza el término, estas lecturas o modos de mirar como se constituyen las funciones psíquicas y la relación, nos acercan al psicólogo y educador ruso Vigotsky, que ya mencionamos en nuestra anterior conferencia, cuando en las primeras décadas del siglo pasado investigó la constitución del lenguaje y el pensamiento, y esto lo vuelvo a agregar porque es un autor muy valioso para profundizar en y desde nuestras profesiones.

Si ahora volvemos a Titchener, estamos ante un colega convencido de la necesidad de hacer de la psicología una ciencia, y afirmando que el objeto de la misma es la conciencia y el espíritu, tomando a estos como producto de la experiencia que vive la persona en el encuentro con el mundo.

Este autor define su objeto de estudio como “la experiencia que depende de un sujeto experienciante” o lo que es lo mismo, “el mundo incluido en el hombre”. Esta “experiencia” o este “mundo” poseen datos con los cuales podemos experimentar y hacer ciencia.

Cualquier semejanza con aspectos de las teorías de Rogers y Gendlin no es pura coincidencia.

Veamos más aún, estamos en fines del 1800 y principios del 1900, y dijimos que habla de “sujeto experienciante”, y que distingue entre conciencia y espíritu. Por el primero, sujeto experienciante, refiere al sistema nervioso total de la persona, interconectado entre y con el ambiente, por espíritu “la suma total de los procesos mentales que ocurren en la vida del individuo”, por conciencia “la suma total de los procesos mentales que ocurren en el presente” de los que la persona da cuenta en si misma, en el aquí y ahora de su experiencia.

Todo remite a “una ciencia de la experiencia” y eso lo aleja de la metafísica, y del sentido común, por ello no busca aplicar sus conceptos, sino investigar, por ello no es un Psicólogo Clínico que se ocupa de llevar lo que se aprende de lo humano a las relaciones de ayuda.

Sin embargo muchas de sus observaciones son puestas en prácticas por otros, por ejemplo, consideraba a la introspección como el principal método de observación científica sobre lo humano.

Y si pensamos en que ella, como método, es una de las bases de casi todas la líneas terapéuticas, sobre todo si la vemos como él la veía, como una manera de profundizar, de ir más allá de la percepción cotidiana de lo que acontece, sin que implique interpretar sino observar observar y observar, chequear lo que se observa y seguir observando sin interpretar, cada vez más.

Sería muy largo y arduo seguir hablando de este autor, que investiga las funciones psíquicas, la conformación de emociones, sentimientos, las experiencias denominadas concientes, los niveles de conciencia posibles, etc., etc., incluso su postura, ciertamente dogmática en muchos aspectos, hoy podría recibir muchas críticas, pero pensemos que estamos ante alguien que investiga en principios del siglo 20, que marcó hitos fundamentales, y por ello,
lo he traído a esta conferencia, por un lado para que nos enteremos quien introdujo en la psicología el término empatía, y de la importancia que le dio en el terreno del conocer, por otro por su rigurosidad metodológica que como ejemplo deberíamos tomar en cuenta.

Por otra parte es muy interesante que ambos autores, Lipps y Titchener, abren el camino de lo que hoy comprendemos como empatía, en lo conceptual y en tanto actitud e intención activa para acercarse al “mundo fenomenológico” de nuestros consultantes, compenetrarse en una mutualidad de conciencias y desde allí chequear las percepciones que se van dando en el proceso de ayuda, y desde allí facilitar el encuentro en un estar presente de persona a persona.

Dijimos al principio que la empatía es común a todas las especies vivas, sin esa condición no podrían sobrevivir ni vivir, y si bien aquí estamos analizando como los humanos la actuamos, y en lo particular de nuestro rol de “ayudadores”, no olvidemos que somos parte y todo de un todo, y que la única manera de estar aquí en el mundo, es entrar en contacto, y para hacerlo se tiene que estar en consonancia.

Para vivir hay que consonar (sonar en conjunto) con el ambiente, estar allí para compartir, sino el organismo se aísla y se muere, pierde la homeodinamia necesaria para seguir “latiendo”.enlazados con el sistema ecológico, y para ello hay que “captar” lo otro.

En este sentido el organismo vivo más primario en su evolución, el unicelular, la célula en si misma, la neurona, desde la ameba hasta nosotros, debe “vibrar” su energía vital en el mismo sentido que su contexto, es desde allí que la pulsión vital, la tendencia actualizante de los seres vivos, y la autoactualizante de nosotros los humanos, se conecta, consuena y transita su ciclo en este mundo.

Por ello el consonar “sujeto objeto”, “sujeto sujeto”, “sujeto otro”, son el modo más vital del conocer entramado en el conjunto, en donde la división que hacemos es producto del lenguaje que recorta para comunicar, y no de la experiencia que es totalizante, modo fundante de pensar las relaciones de ayuda tal como pretendemos que son y/o deben ser.

En esta idea la empatía es la forma que los organismo vivos accionan su epistemología, entendiendo por esta en el sentido de Gregory Bateson, es decir el modo en que se conoce, se piensa y se actúa.

Sepamos que si se logra entrar en empatía, tal como la estamos planteando, la salud mental es más posible, hablo de aquella que se usa para estar bien, porque veremos, como dijimos, que también puede ser utilizada para manipular, y también sepamos que cuando se esta dificultado en el entramarse con el otro es más probable que aparezcan malestares vitales y también patologías mentales, y o disonancias preceptúales /cognitivas/ vivenciales.

Pero, vamos por parte, y exploremos lo que ha sido este concepto para Carl Rogers, viendo como definió el concepto:

“El estado de empatía, o el hecho de ser empático, consiste en percibir el cuadro de referencia interno de otra persona con exactitud, y los componentes emocionales y las significaciones que le son anexas, como si uno fuera la otra persona, pero sin perder jamás la condición del “como si”. Si la cualidad de “como si”se pierde, se tratará entonces de identificación”.

Desde esta definición el psicólogo francés Max Pages, de orientación “rogeriana”, insiste en la idea de de delimitar bien identificarse con empatizar, dado que es un riesgo importante el que se corre, por ello prefiere hablar de “comprehensión empática”.
Definirlo desde la comprehensión le agrega un aditamento fundamental para el hecho “terapéutico” o de ayuda para el desarrollo personal, incluye la idea de no solo entramarse en el mundo vivencial cognitivo del otro (marco de referencia interno), sino pretender entenderlo para desde allí intervenir en la ayuda. De esa manera es menos probable que uno se identifique porque la intención no es ser el otro (lo cual es imposible), sino, como dijimos entramarnos, fluir en la urdimbre que se da en la relación de ayuda, para luego buscar la manera profesional de expresar lo que se percibe para que el consultante tome contacto y abra sus canales perceptivos.
Cuando mencionamos “expresar lo que se percibe” nos referimos a distintos modos de mostrar al consultante lo que “pasa allí”, sean estos de características verbales, tales como los reflejos en sus distintas dimensiones, señalamientos, confrontaciones, chequeos de percepciones etc.
Si antes referimos a que es peligrosa la identificación, debemos aclarar que de darse puede complicar tanto al profesional de la ayuda como a su consultante, en tanto implica con-fundirse y atribuirse aspectos del otro, sin delimitar lo que es propio, por ello la insistencia en el “como si” uno fuera el otro.

El observar observar que decía Titchener, que se emparenta con la idea de epoge (reducción fenomenológica) de Husserl, y con la “transfusión del yo con el objeto”de Lipps, nos permitirá caminar en el sentido que deseamos para esta exposición.

La recordada insistencia de Rogers y de Pages acerca de incorporar el concepto de empatía, y de comprehensión empática en el “accionar” profesional, remitió por un lado a la idea del Centramiento en el Cliente de la segunda etapa, y el Centramiento en la Persona del tercer momento de la evolución de las ideas del maestro, y por otro al deslizamiento que observaban en el entender que los profesionales del ECP solo reflejaban, sin darse cuenta que estas “herramientas” emergían desde el marco actitudinal previo y no eran técnicas.

Refresquemos la memoria y también recordemos que se ironizaba sobre “el reflejo” como una simple repetición de lo dicho o sentido por el consultante, sin tomar en cuenta la intermediación actitudinal.

De todas maneras, si solo nos quedamos con que el profesional dispone de sus actitudes, escucha desde ellas, procura que el consultante reciba la retrasmisión de lo percibido por el colega, y revise su marco de referencia interno, estamos ante lo que denominamos un proceso “empático funcional”.

Lo funcional es porque se coloca “en función de”, y si bien es un salto epistemológico en relación con otras líneas, no produce una ruptura en la directividad, porque el proceso sigue dependiendo de la adecuada o inadecuada percepción del profesional y no del encuentro no directivo de persona a persona que es adonde apuntamos desde una mirada holística, transsubjetiva, que es el trasfondo filosófico de la orientación del ECP.

Prosigamos, leemos al Profesor de Psicología Manuel Artíles, en su libro “La Actitud Psicoterapéutica”, que en la página 36 brinda su definición de la comprensión empatíca:

“Personalmente definiríamos la comprehensión empática en su ciclo completo de ir y venir como una apercepción sintética inmediata de la significación estructural de lo vivido por el otro. Es decir: “caemos en la cuenta”, sin análisis reflexivos ni mediaciones lógicas, de esa totalidad de si mismo que el otro intenta expresarnos en ese momento”.

Excelente definición de un primer momento de la empatía del profesional puesta a disposición de ayudar a un consultante, dado que luego, y en la página siguiente nos habla de la “devolución” que hace el “terapeuta” de la “comprehensión empatizante” a través del reflejo, ayudando al que denomina paciente a “modificar su estructura emocional interna y su conducta desde una nueva imagen de si”.

Este texto, de 1975, estaba todavía inmerso en una mirada psicoterapéutica más clásica, de allí esa manera de expresarse, en donde esta claro que el poder de la ayuda estaba colocado en la habilidad profesional de empatizar.
Recuerdo, en esas épocas de mi formación como “terapeuta rogeriano”, haber discutido esa paradoja de lo Centrado en el Cliente, que mirado desde hoy nos haría decir que estaba en un primer nivel de lo que implica empatizar, y que comparando con el uso que hacia el psicoanalista Heinz Kohut de la empatía como preliminar para luego interpretar, la diferencia estaba en el reflejar, como reducción fenomenológica (epogé), y en el permanecer en la relación empática en lugar de utilizarla como instrumento técnico.
Para recordar la mirada de Kohut, con la cual nos comparábamos entonces, el definía el concepto así:

“La empatía es una cualidad espontánea, preconsciente y temporaria, que experimenta el terapeuta y le permite llegar a comprender lo que puede estar experimentando su paciente a nivel consciente, preconsciente o inconsciente”.

Como se observa es una manera bastante distinta a la concepción de Carl Rogers, y con respecto a este último, hay algo muy bueno en esta primera etapa, es que para aquellos que comienzan a acercarse al ECP, es una manera de entrar en forma cuidada en esa práctica, evitando caer en confusiones relacionales, algo así como ir tomando tiempo en el aprendizaje, es por ello que en la formación que nuestra institución brinda comenzamos desde allí.

El mismo Artíles, en el texto que estamos comentando, luego que se adentró profundamente en el análisis de este concepto, y nos advirtió de los riesgos e incomprensión del mismo, y habiendo pasado por varios autores concluye:

“En ultima instancia eso es la Empatía: la posibilidad de la comunicación ínter subjetiva de lo vivido”.

Es muy importante esto porque nos habla de que este fenómeno solo es posible en la ínter subjetividad, es decir en el vinculo persona a persona, de otra manera solo hablaríamos de otro instrumento para escuchar mejor a los que nos consultan, que es lo que hacen los buenos psicoanalistas, tomándolo como dice Greenson como un “prerrequisito esencial”, cuando para nosotros es un requisito esencial, no un prerrequisito.

Aquí ya estaríamos en el Centrado en la Persona, acercándonos hacia Persona a Persona, para luego llegar a la mirada holística/transsubjetiva.
Para proseguir, recomiendo, aún desde una postura crítica, leer el capitulo 2 de ese libro porque nos abre el camino, sobre todo en la parte que introduce lo filosófico existencial en las voces de Sartre, Buber, Husserl, Merleau Ponty y Luypen.

Para proseguir la exposición recorremos otros relatos sobre el tema, veamos el aporte de Arthur Ciaramicoli y Catherine Ketcham en su texto “El Poder de la Empatía”.

Ellos definen la empatía como:
“La capacidad de entender y responder a la experiencias únicas del prójimo, y la paradoja de la empatía es que esta habilidad innata puede usarse tanto para ayudar como para causar daño”.

Estos autores estudian el tema como una habilidad o capacidad que se posee desde que nacemos y que gracias a ella sobrevivimos, entender mejor al otro, comprender como se comporta, y de ser posible como piensa y siente es una excelente habilidad que es bueno poseer, claro que depende para que la usemos, de hecho Heinz Kohut hizo excelentes investigaciones acerca de cómo la usaban los nazis para captar adeptos y manipular masas. También es sabido que un buen publicista es aquel que logra captar el deseo, el gusto, las ganas de aquellos a los que va dirigida su campaña, y una adecuada empatía lo ayudará para que funcionalmente la utilice en ese sentido.

En este sentido empatizar es una vía regia para entrelazarse con el otro, y hacer saber a este otro que lo comprendemos, y los autores del texto que estoy comentando, advierten por un lado sobre el uso funcional, y por otro, desgranan a lo largo de sus páginas modos positivos de utilizarla, para lograr con ello relaciones interpersonales más favorables.

Dije en los primeros momentos de esta conferencia que todo lo vivo posee la capacidad de empatizar, como dotación genética, y desde el ECP podríamos decir que es parte esencial de la Tendencia Actualizante de todo ser vivo.

Un organismo cuando nace necesita “comprender y ser comprendido” por el mundo que lo rodea, establecerse en un “nicho ecológico” solidario con sus necesidades, y tener conductas activas de acercamiento en el mismo nivel.
Desde los organismos unicelulares hasta los mamíferos que somos, la empatía es el eje activo y manifiesto de la pulsión vital.

Aquí vale recordar, y muchas veces lo hago en mis escritos, al biólogo ruso Piotr Kropotkin en su texto la “Ayuda Mutua” acerca de la evolución de las especies, y estoy seguro que coincidiría en que la empatía entre congéneres y con el entorno es fundamental para un adecuado contacto hacia la mutua complementación en el desarrollo vital.

Esto que es biológico, “instintual”, “pulsional”, dado en el código genético, por lo tanto “automático” en su expresión en las especies vivas en general, en los humanos, desde lo auto actualizante aparece el problema que he planteado en mi anterior conferencia, acerca de cómo desde la aparición de la noción de si mismo o el “yo” , como aspecto que despliega el “animal humano”que regula y dirige la actualización, esta puede ser encaminada hacia uno u otro lado, para estar bien conectado con el otro o para conducirlo/dirigirlo hacia donde queramos, y en este ultimo caso la empatía será de utilidad funcional.

En relación a todo esto recomiendo leer atentamente el capitulo 3 del libro en el cual me estoy basando, allí verán muchos ejemplos de lo que sus autores denominan “instinto empático”, en el moho de cieno, en orugas, en hormigas, elefantes, rinocerontes y chimpancés, hasta llegar a nosotros.

Es así que en los humanos la empatía también tiene su base biológica en el cerebro, específicamente en la interconexión entre la amígdala y el neocortex, entre el cerebro medio y el superior, de allí la consideración que planteo.

La primera (amígdala) es que la que registra el riesgo o no de cada uno de nuestros contactos, y de detectar un peligro dispara secreción de hormonas que nos permiten defendernos, siendo parte común con casi todos los animales, y es a través de la cual se conforman comportamientos automáticos de protección.

Sabemos que con la aparición el cerebro medio y luego del superior, esto “impacta” en la tendencia autoactualizante (ver teoría de los tres cerebros de Mac Lean) y las señales que nos envían los sentidos son significadas y elaboradas, es por ello la capacidad empática natural se mediatiza por el “yo”, enriqueciéndose, pero también abriendo el juego a la elección de la dirección que se decida, dejando de ser “automática” en su expresión vincular con el otro y el mundo circundante.

Para decirlo de otra manera el denominado “instinto empático” es simple y no necesita más que un adecuado contexto para expresarse, en cambio en nosotros el filtro de la percepción que la noción de si mismo va estableciendo, incluye la percepción, el lenguaje y los valores.

Es aquí donde el aporte de Carl Rogers (obviamente no el único) ha sido inconmensurable, básicamente en el estudio de cuales son los vínculos que fomentan una empatía relacional positiva, y cuales no.
Es también aquí donde entran en juego las otras actitudes como la aceptación incondicional y la autenticidad/genuinidad, como elementos indispensables en el marco actitudinal que plantea el ECP, al cual agregaría la noción de Consistencia de Prescott Lecky.

No olvidemos que cuando predomina la condicionalidad por sobre la incondicionalidad, la alienación como alejamiento de si mismo es lo que se hace figura por sobre el fondo de nuestra persona, y es allí el gran descubrimiento de Rogers de cómo actuar profesionalmente para facilitar la congruencia como camino hacia la integración.

Volviendo al texto en el cual en esta parte me estoy inspirando, en su página 73, sus autores nos brindan una guía para favorecer la expresión de una Empatía que ayude a relacionarnos mejor, si bien se parece mucho a lo planteado pro el ECP, tiene sus peculiaridades que parecen bueno señalar:

Ellos nos hablan de siete pasos:
1- Haz preguntas con final abierto
2- Avanza suavemente
3- Evita abrir juicio
4- Presta atención a tu cuerpo
5- Aprende del pasado
6- Deja abierta la historia
7- Establece límites

Estos siete “consejos” están integrados en la intención de establecer vínculos positivos, los tres primeros son muy fáciles de entender para nosotros en tanto implican una actitud fenomenológica, el cuarto nos marca la necesidad de estar en contacto con nuestra propias vivencias, el quinto demarca recordar nuestra propia historia y la del otro para comprender mejor la interacción, evitar las proyecciones y/o interferencias preceptúales, el sexto implica dejar fluir sin pretender llegar a ningún lado prefijado (no directividad), y el último hace base en que no todo lo de nuestro mundo interior debe ser revelado lo que implica un cuidado y respeto mutuo en la relación, aquí estaría en juego la diferencia entre autenticidad y “autenticidio”, o sinceridad y “sincericidio”.

La idea es alcanzar lo que se denomina “Escucha Empática”, que según sus autores implica:
1- Honestidad
2- Humildad
3- Aceptación
4- Tolerancia
5- Gratitud
6- Fe
7- Esperanza
8- Perdón

En estos ocho ítems manifiestan su esquema de valores acerca del como ayudar a ser positivamente empáticos con los demás.

Por otra parte es muy interesante detenerse en el capítulo siete, que titulan
“El lado oscuro de la Empatía”, en donde analizan el uso destructivo que puede hacerse, y sabemos se hace, de esta habilidad.
En ese texto nos brindan una serie de consejos para estar alertas ante el uso “manipulatorio” de la empatía, y si bien tiene un aspecto de autoayuda que podría menoscabarlo en su profundidad científica, es recomendable para poder ver el tema desde otros ángulos, es por ello que lo he citado brevemente.

Otro aporte que no podemos olvidar ha sido el de el Dr. Marcelo Lerner, uno de los introductores del modelo “rogersiano”, tal como el lo nominaba, siendo el autor del primer libro sobre el ECP escrito y editado en Argentina.
Ese texto “Introducción a la Psicoterapia de Carl Rogers”, de edit. Nueva Visión, 1974, en su página 46 define la Empatía:

“Se refiere a la capacidad de ubicarse en la situación del otro, en su mundo subjetivo y percibir (hasta donde es posible) la realidad como la ve el otro. Literalmente y en términos corrientes es “meterse en su pellejo”, sin perder la propia existencia emocional definida”.

Para evitar citarlo en toda su extensión parafraseo algunas ideas que luego desarrolla, entre ellas:
- Comprender al paciente desde dentro.
- Tratar de sentir lo que este siente.
- Duplicar en si mismo la experiencia del otro
- Asumir el marco de referencia interno del paciente.

Para el Dr. Lerner la empatía es la base del centramiento en el otro, y su “utilidad terapéutica”, su valor, es que ayuda al que consulta a sentirse comprendido, y por ello movilizar su tendencia actualizante.
Si bien, dada la etapa en que este autor escribe el texto (1974), y del título que alude a la psicoterapia, siendo él un médico psiquiatra, y que hace énfasis en el “reflejo” como modo de abordaje, es curioso como nos empieza a brindar algunas “pistas”, para nuestro emprendimiento, sobre todo cuando nos dice en la página 47:

- “Se trata pues de percibir con el paciente y no al paciente”
- “Con referencia al término simpatía, mientras esta se refiere solo a la resonancia emocional en uno de la “experiencia” del otro, la empatía abarca además la captación de los aspectos cognoscitivos de dicha “experiencia”.

Ya, en ese entonces, la resonancia se la identifica con la simpatía, y no con la empatía, que es mucho más que resonar lo emocional, es también integrar la significación cognitiva/simbólica de la experiencia.
Hoy, a treinta y cuatro años de ese texto, podemos empezar a decir algo más, esto que menciona el título de esta conferencia, que si consideramos la noción de encuentro como la clave de la ayuda, debemos incorporar el término de “consonar”, como concepto que facilita profundizar y saltar de paradigma.

SEGUNDA PARTE:
Hasta el momento hemos realizado un recorrido histórico conceptual sobre el tema, desde tal como fue creado en el siglo 19 por un filósofo alemán (T. Lipps) llevado a la psicología norteamericana en principios del 20 (por Titchener), tomado como una de las nociones claves de Carl Rogers, y ampliado por Artíles, Ciaramicoli, Ketcham y Marcelo Lerner, propongo adentrarnos en él desde la mirada holística transubjetiva que conlleva esta conferencia como objetivo.
Para ello retomemos desde una síntesis de lo hablado, recortando algunos de los conceptos vertidos, y pensemos juntos un hilado de los mismos:

-El término Empatía fue creado para denotar la capacidad que tenemos de “sumergirnos” y coparticipar en la experiencia subjetiva, cognitivo emocional, de un otro que está ante nosotros.

-Es la posibilidad de acercarse a un poder “ver” el mundo tal como lo “ve” otro, y cuando decimos “ver” o ve”, nos referimos a la percepción que se estructura ante y con el mundo.

- El término Empatía fue introducido por Edward B. Titchener (1867-1927), (como traducción de un concepto de T. Lipps) un brillante psicólogo Inglés, discípulo de Wilhem Wundt (1832-1920) que es considerado el primer Psicólogo Científico, dado que fundó en 1879, en Leipzig el primer laboratorio de psicología experimental.


- De T. Lipps surge el concepto de “Einfühlung” el punto máximo o ultima fuente del poder conocer lo real, que traducido del alemán podría denominarse: autoobjetivación. T. Lipps nos dice que auto objetivar es “transfundir” el “yo” en lo dado, “ir hacia lo dado” (interesante idea que J.P. Sartre retoma muchos años después cuando nos habla de la conciencia como “conciencia de”), compenetrarse “en la cosa”, “vivir en ella”.

-Dicho de una manera más sencilla y actual, conocer concientemente es comprometerse en y con el objeto a conocer, y hacer una entrama en donde se integra el sujeto que conoce y el objeto conocido en una sola acción.

- Una traducción literal del término (fonéticamente se pronuncia Ainfülung), se logra dividiendo la palabra en “ein”: uno y “fhülung”: sentimiento, algo así como “uno sentimiento”, que notoriamente marca el espíritu de dicha palabra.

-Si volvemos a Lipps, este nos plantea que la mayor fuente de conocimiento, la más profunda, que el ser humano puede acceder es la “einfuhlung”, en tanto cada “objeto” que es incorporado al pensamiento o mundo interior, posee las cualidades que surgen de la “transfusión” del yo o si mismo en y con lo dado desde el contacto sensible.

-Esto implica reconocer la cualidad humana de posibilidad de acercarse al objeto, de dejarse impregnar por él a través de los sentidos y lograr que se sume como contenido de conciencia.

-Para vivir hay que consonar (sonar en conjunto) con el ambiente, estar allí para compartir, sino el organismo se aísla y se muere, pierde la homeodinamia necesaria para seguir “latiendo”enlazados con el sistema ecológico, y para ello hay que “captar” lo otro.

-Por ello empatizar consonando, es el modo más vital del conocer entramado en el conjunto, por ello es tan importante en los vínculos humanos en general y tan crucial en las relaciones de ayuda.

-“El estado de empatía, o el hecho de ser empático, consiste en percibir el cuadro de referencia interno de otra persona con exactitud, y los componentes emocionales y las significaciones que le son anexas, como si uno fuera la otra persona, pero sin perder jamás la condición del “como si”. Si la cualidad de “como si”se pierde, se tratará entonces de identificación”.

-“Personalmente definiríamos la comprehensión empática en su ciclo completo de ir y venir como una apercepción sintética inmediata de la significación estructural de lo vivido por el otro. Es decir: “caemos en la cuenta”, sin análisis reflexivos ni mediaciones lógicas, de esa totalidad de si mismo que el otro intenta expresarnos en ese momento”.

-“La empatía es una cualidad espontánea, preconsciente y temporaria, que experimenta el terapeuta y le permite llegar a comprender lo que puede estar experimentando su paciente a nivel consciente, preconsciente o inconsciente”.

“En ultima instancia eso es la Empatía: la posibilidad de la comunicación inter subjetiva de lo vivido”.

“La capacidad de entender y responder a la experiencias únicas del prójimo, y la paradoja de la empatía es que esta habilidad innata puede usarse tanto para ayudar como para causar daño”.

-Un organismo cuando nace necesita “comprender y ser comprendido” por el mundo que lo rodea, establecerse en un “nicho ecológico” solidario con sus necesidades, y tener conductas activas de acercamiento en el mismo nivel, desde los organismos unicelulares hasta los mamíferos que somos, la empatía es el eje activo y manifiesto de la pulsión vital.

“Se refiere a la capacidad de ubicarse en la situación del otro, en su mundo subjetivo y percibir (hasta donde es posible) la realidad como la ve el otro. literalmente y en términos corrientes es “meterse en su pellejo”, sin perder la propia existencia emocional definida”.

- “Se trata pues de percibir con el paciente y no al paciente”
- “Con referencia al término simpatía, mientras esta se refiere solo a la resonancia emocional en uno de la “experiencia” del otro, la empatía abarca además la captación de los aspectos cognoscitivos de dicha “experiencia”.

Todas estos “recortes textuales” nos han ido acercando al tema, con una u otra manera de enfocarlo, poniendo más o menos énfasis en algún aspecto del mismo, y en todos los casos la idea que subyace más menos explicita es la de la comprehensión empática como marco relacional que facilita el desarrollo de una más adecuada auto percepción del consultante, siendo parte de una mirada funcional de la empatía.
Es claro que estamos, por un lado, ante autores que fundamentalmente explican este concepto en el marco de las relaciones de ayuda (psicoterapia y counseling), y por otro ante un Lipps, y un Titchener, que lo plantearon como un modo de conocimiento y/o de acercamiento ideal al y con el objeto a conocer por el sujeto cognoscente.

Nuestra posición rescata, retoma e integra a estos últimos, así como el planteo de David Brazier en el capitulo que escribe en el libro que compila “Más allá de Carl Rogers”, texto, que propone un giro en 180 grados acerca de la idea de de las actitudes en la relación de ayuda.
Para este autor nuestros consultantes son ayudados en tanto aprenden y modelan con nosotros un modo de relacionarse, que no solo les permite resolver sus problemas de consulta, sino que fundamentalmente, adquieren la capacidad de estar en vínculo tal como lo planteamos con las actitudes entramadas en sus nociones de si mismos, lo que posibilita desarrollos humanos más plenos.

La conocida frase “lo que cura es la relación”, es en este caso el inicio de lo que estamos queriendo promover, poniendo énfasis en el “como”, y para decirlo mejor. “lo que cura es el como de la relación de ayuda.”

En esto nos acercamos a la clásica idea Freudiana, aunque desde distinto punto de vista, de que el análisis debe ser generado desde un “setting” que favorezca la aparición de la “neurosis de transferencia”.
El genio de Sigmund Freud vislumbró que dadas las condiciones que colocaba la relación analista analizado, este último tendía a reproducir en el contexto de la sesión, vínculos históricos no resueltos que proyectaba en la “figura” del analista, fenómeno que denominó transferencia, y que este último, debía favorecerla, teniendo en cuenta que sus propias proyecciones que denominó contratransferenciales, no perturbaran la escucha analítica, evitando el fluir comunicacional y la mencionada situación “in vitro”, que como antes dijimos denominó “neurosis transferencial”.
La resolución, y/o disolución de esta última era considerado el eje del psicoanálisis en acción concreta.
Por ello las intervenciones del profesional (interpretaciones y señalamientos), se dirigían hacia ese hecho generado en la relación, algo así como “resolver en vivo” la problemática del paciente.


Nuestra propuesta, si bien de distinta índole epistemológica, y desde otro paradigma de la ayuda, que no toma en cuenta el concepto de transferencia, tiene en común la idea de que tal como se genere la relación, el consultante aprende y aprehende a desplegarse como persona.
En esto el marco actitudinal en general, y la empatía en particular son conceptos que deben revisarse para re orientarse en la línea que procuro exponer.
Es por ello el título de esta conferencia nos invita a transitar desde el uso de la empatía de un modo funcional unidireccional hacia una relación tripartita que incluye al tercero que esta en juego, el vínculo. Esto implica pasar desde el resonar que es unidireccional al consonar que es relacional y adentrase en las nociones de simultaneidad y confluencia de conciencias: Encuentro.
Aquellos que siguen el desarrollo de mis aportes, y el despliegue de mis puntos de vista, podrán recordar en los libros “Estar Presente”, en los capítulos que responden a escritos de 1988 a 1992, y en “El Enfoque Holístico Centrado en la Persona”, y en los artículos “ La mismidad del ECP” de 2005, “El Cuarto Rogers” de 2006, como he enfocado estos temas, y desde ellos prosigo para hoy dar otra vuelta de tuerca desde una posición “holística transsubjetiva”, que es tal como entiendo la ayuda en la actualidad.

Posición que necesito aclarar, antes de continuar sobre el tema:

Lo de holístico cabe recordar que implica una lectura totalizadora e integradora de la comprensión de la persona como entidad cuaternaria
bio-socio-psico-espiritual trascendente.

Lo transsubjetivo, implica, tomando en cuenta la idea de niveles lógicos de aproximación, un salto de nivel, que recurre al atravesamiento de múltiples subjetividades que co-constituyen la persona que somos en relación con el mundo de semejantes.
Desde aquí, lo que somos, lo que vamos siendo, lo que sentimos, imaginamos, proyectamos, recordamos, pensamos y hacemos, es siempre relacional y contextual.
Desde aquí emerge la idea de persona como entrama, integrando la concepción de individuo, por ello lo que denominamos “yo” es una ilusión de sentido, porque siempre, siempre, lo que somos, somos “nosotros, vosotros, ellos”.
Esta idea ha sido desarrollada más extensivamente en mi libro “Desplegarse” de Edit. Lectour, en 2004, en sus capítulos 1 “Del Desarrollo Humano hacia lo personal”, y el 2, “Quienes somos, no siendo, quienes creemos ser”.

Allí, en ese texto, remarco la idea de la necesidad de auto construir una noción de si mismo para salvaguardarnos de la angustia de “perdernos en el todo”, y que necesitamos recortes puntuales de sentido para afirmarnos pero siempre estamos fluyendo en permanente presente experiencial.

Para no explayarnos aquí, en esta conferencia, remito a los interesados a leerlo y si lo refiero en esta instancia es para que nos ayude a comprender la empatía en el sentido de “una entrama nosotros”, y no en una resonancia unidireccional de la experiencia del otro.

La idea de “entrama nosotros” va más allá de la relación “yo- tu” de M. Buber en tanto que cuando se logra desaparecen el “yo” y el “tu”, se abre el “nosotros”, y de eso se trata el consonar.
Es desde aquí que me interesa volver a leer el aporte de M. Lerner:

- “Se trata pues de percibir con el paciente y no al paciente”
- “Con referencia al término simpatía, mientras esta se refiere solo a la resonancia emocional en uno de la “experiencia” del otro, la empatía abarca además la captación de los aspectos cognoscitivos de dicha “experiencia”.

En este sentido e inspirándonos en este autor, y pensando desde el concepto de percepción, podríamos decir:
Simpatía emerge del “percibir al otro como otro” e implica resonar.
Empatía emerge del “percibir con”, “co percibir”, consonar.
Es importante aclarar que en este contexto la palabra simpatía no esta siendo utilizada en el uso común.
Veamos por ello las definiciones del diccionario, que como siempre aportan al pensar:
Simpatía: Inclinación afectiva positiva entre personas- Modo de ser.
Resonar: que impacta, repercute y amplifica el contacto de uno por sobre el otro, hecho que establece una de las partes por sobre lo que la otra parte comunica, expresa, vibra etc.
Consonar: establecer una consonancia, una relación de igualdad o conformidad entre objetos, sonidos, cosas que se relacionan, y que como consecuencia alcanzan una armonía en el conjunto.
Es así que si entendemos a la empatía solamente desde el lugar de la resonancia emocional, nos estamos quedando en el viejo paradigma de la ayuda, el terapeuta o el counselor que amplifican lo dado por el paciente o consultante, y según Lerner estaríamos hablando de simpatía.
En este sentido, este autor, supongo, se basó en M. Kinget, quien en su texto con C. Rogers “Psicoterapia y Relaciones Humanas”, de 1965, había aludido al tema, diciendo que simpatía era resonar con los aspectos emocionales solamente, y en cambio empatia se refiere a la aprehensión de lo cognitivo además de lo emocional, con la idea de captar la experiencia integral del otro.

Resulta interesante este aporte de Lerner sobre la resonancia, realizado hace 34 años, y ahora, en la actualidad, puede sernos útil para seguir pensando el tema que nos convoca.

Desde aquí, considero que podemos retomar esta idea del resonar lo emocional como un primer acercamiento hacia el encuentro consonante, como un “paso hacia”, que porque no, y nuevamente en este contexto puede implicar un primer acercamiento (“simpático” según Lerner), de índole afectivo positivo que facilita liberar de amenazas a la relación y abre el juego a una comunicación más fluida.
Pensemos en lo que implica una relación de ayuda terapéutica, o en aquella que se sitúa en un análisis existencial, o aún más en el espacio de facilitación de desarrollos personales, la empatía emerge en el cuadro relacional como aspecto fundante del marco actitudinal necesario para generar un “clima vincular personalizante”.De hecho no es casual como Carl Rogers en su último texto “ El camino del ser” refiere a estos temas y decide que la mejor forma de denominar su modelo es “Enfoque Personalizado”
Retomemos, cuando hablamos de actitud nos estamos refiriendo a un estado intencional predisponente que existe en un organismo, desde el cual tiende a promover un determinado comportamiento.

En nuestro caso la empatía que denominamos “vincular”, o si quieren “relacional”, o si la definen desde la observación podríamos denominarla “dual”, que supone la consonancia como objetivo, implica un estado predisponente a observar y señalar lo que acontece en el vinculo, y que todo lo que allí se señala, se dice, se indica, se chequea, es tomado como producto de un modo de estar juntos en ese “aquí y ahora” que va dándose entre consultante y consultado.

Entonces, el enfoque sobre la empatía que sostengo, parte de la visión de T. Lipps y que denomina autoobjetivación, en donde auto objetivar es “transfundir” el “yo” en lo dado, “ir hacia lo dado”, en términos de J.P. Sartre acercarse como “conciencia de”, compenetrarse “en la cosa”, “vivir en ella”, e implica un conocer concientemente, comprometiéndose en y con el objeto a conocer, en nuestro caso hablamos de la tríada consultante-consultor-relación de ayuda.




LA PRAXIS

El estudio y análisis de un tema, o como en este caso de un concepto, debe, además de servir para la reflexión, poder pensarse hacia una puesta en práctica, y en nuestro caso, en las relaciones de ayuda.

Elijo titular PRAXIS a este momento de la conferencia dado que considero que es el término adecuado, tomado desde Jean Paul Sartre en su “Critica a la Razón Dialéctica”, en donde lo designa como el modo en que una idea es llevada a la transformación de una realidad, en acciones concretas, y en este sentido es más amplio que decir una práctica, que no necesariamente es transformadora, tal como deseo que se comprenda mi aporte.

Veamos entonces, para retomar que la empatía que pretendemos desde este punto de vista, es la que tiende, camina, va hacia, una entrama en donde se integra el sujeto que conoce y el objeto conocido y el vinculo que mediatiza en una sola acción, y que de lograrlo supone que se totaliza y desde allí se interviene.

Es por ello que planteamos la idea de instalarnos en la intención de transitar y tramitar un empatizar consonante con nuestro consultante, y que como tal es proceso que no se da de entrada, sino que implica el ir instalándose en ese modo de vínculo.

En ese camino hay fases, etapas, momentos parciales, que podríamos denominar de simpatía en el sentido que le da M. Lerner, o de empatía funcional (como prefiero denominarla) es decir “en función de”, y que implica un modo de escucha, “resonante”, que facilita intervenciones del orden del asesoramiento, orientación, en la resolución de problemas puntuales, y/o de acciones de prevención y promoción del bienestar personal.
En estos casos el estar “Centrado en la Persona”, hace foco o figura en la demanda de resolución de un problema, lo que sin ninguna duda no desconoce el todo de la persona, pero responde a una cuestión concreta y practica propia de la necesidad del consultante.
Este momento de la ayuda es propio del Counseling en y desde sus tres primeras tareas, la de prevención, promoción y resolución de conflictos, no implicando en su praxis el Desarrollo Personal, aunque este en el fondo como constituyente del todo de la relación.

Por otra parte esta etapa o momento de un vinculo de ayuda abre el juego a procesos más profundos, en el sentido que le dió Igor Caruso a lo que es profundo, re trabajado y publicado en mi libro “Estar Presente”, en su capitulo 13 “El Enfoque Centrado en la Persona como Psicología Profunda”.

Para graficar mejor el proceso, este se daría:

1-Entramos en la relación de ayuda escuchando al otro como otro.
2-Desde el clima actitudinal ECP, generamos con él la posibilidad de liberar de amenazas esa relación, por lo tanto el vínculo que establecemos fluye libre para ambos miembros de esa entrevista.
3-Las percepciones se abren, la conciencia apercibe y significa lo que nos esta pasando con lo que pasa.
4-Resonamos emocionalmente e intervenimos desde esa resonancia, por ahora la dirección la estamos demarcando nosotros, por ahora somos consultante y consultado, por ahora la empatía es funcional, esta en función del otro que escuchamos, y según Lerner generamos una relación de simpatía.
5-Desde este lugar las sesiones transitan espacios de acercamientos y alejamientos (“como las olas del mar que van y vienen en la orilla” me dijo una alumna) de reflejos, de señalamientos, de sugerencias, orientación, asesoramiento, chequeos de percepciones, todo en el marco de la no directividad, tomando, insisto, en cuenta, la necesidad de nuestro consultante.
Incluso, y es bueno aclararlo, en este contexto se dan la denominadas sesiones únicas, o procesos muy breves/puntuales de ayuda, es por ello que, si bien, como no me canso de decirlo, en el fondo de nuestra escucha siempre esta la idea del consonar hacia una profundidad relacional, en estos casos la empatía funcional es bienvenida y responde al ideario del ECP.
Es importante aclarar que este proceso no solo refiere a las sesiones individuales sino también a consultas de pareja, familia y grupos,etc.
Ahora, si la demanda de ayuda implica cuestiones de Desarrollo Personal, o de Counseling Filosofico, sea como resultado de la primera etapa o fase mencionada, en donde el consultante, una vez resuelta su inicial problemática desea “profundizar”, o si de inicio se instala este camino, estaremos en la idea de ir paulatinamente “sumergiéndonos” hacia un vinculo empático vincular consonante.

Esta claro que si sostenemos la idea de llegar a alguna posibilidad de consonar, de sonar juntos, de estar tocando la misma música, en el mismo tono, en la misma o en distinta frecuencia de onda, pero que demarquen armonía, el encuentro se produce, y esa es la instancia cumbre, el momento clave de la posible transformación de ambos.
La idea de transitar hacia el encuentro desde instantes de empatía vincular, del confluir como una persona, aunque sean dos o varios cuerpos los que están allí, de esto se trata el comprender que ese el camino que proponemos en la ayuda, aunque en muchas ocasiones no lo logremos, queda la semilla de esa posibilidad, la semilla de lo que denomino despliegue, el camino hacia una totalización aunque sea en un instante, en una milésima de segundo, una entrama que se arma y que hace cambiar de foco.

Esta claro, para mí, que esta manera de pensar la empatía, implica otra manera de “actuar” en las intervenciones producimos, en donde la tan mentada resonancia es un paso hacia la consonancia, a un cambio profundo en la relación.

Esta mirada propone “una vuelta de tuerca”, una amplificación, en donde la comprensión empática transita de lo funcional a lo vincular, y de la resonancia emocional a la consonancia integrativa de lo cognitivo-emocional, y de las partes (consultante-vinculo-consultor) que intervienen en la relación.

El consonar como concepto se ubica en el mismo nivel lógico de la no directividad, siendo ambos el trasfondo filosófico de mi/nuestra posición, en tanto ambos nos instalan en una concepción transsubjetiva, de entrama de mutuas conciencias, que en 1992, en mi exposición en la Terceras Jornadas Argentinas de Psicología Humanística denominé “Confluencia de Conciencias”, y que esta editado como capítulo 18 de la segunda edición, de mi libro “Estar Presente”. Esta aclaración la hago para demarcar que desde entonces vengo realizando este planteo.

Es por ello que propongo que pensemos el resonar como una posición de escucha válida si es leída como empatía funcional(desde las intervenciones) siendo mirada desde una lectura amplificadora, y si eso hacemos, podemos generar modos de relación más facilitantes.

Más aún, aunque no lo veamos el todo siempre esta, lo que podemos es correr alguna “nube” para que nos ilumine mejor y nos sintamos en él, de eso se trata el caminar hacia la confluencia y la consonancia, de creer en ella y crear esa creencia en nuestros vínculos.
La empatía tal como la entiendo en las relaciones de ayuda se trata de dar cuenta de lo que pasa aquí entre nosotros, no de lo que le pasa al otro y yo vibro y doy cuenta de ello, sino de lo que entre nosotros se da en y desde el discurso que emerge de lo que ambos contamos cuando nos encontramos.

Esto último podríamos pensarlo desde las nuevas ideas acerca de la importancia del relato en las relaciones de ayuda o las terapias, y una cuestión es escuchar el relato del consultante, analizarlo, explicarlo, interpretarlo o reflejarlo, y otra es pensar que todo relato surge en relación, y desde allí intervenir, en y desde la relación, sea en los primeros niveles mencionados, o en el acompañar facilitador del EHCP, propio de relaciones de despliegue.

Estoy convencido que esta manera de mirar la empatía nos libera de “ortodoxias ecepeistas”, y responde sin dudar a la idea de no directividad sea o no atenuada con intervenciones que no se van de ese marco de escucha.

Es curioso, cuando pienso esto que acabo de pensar, de decir y escribir, y me dejo llevar por la recursividad, doy cuenta que todo lo que se dice, piensa y hace en y con otro es producto de ese “nosotros”, y ¿entonces porque se recorta la intervención como proveniente de una de las partes?
¿Si toda comunicación es inevitablemente ínter subjetiva porque se la objetiviza?, creo saberlo, y es que tiene que ver con el poder, en nuestro caso con el poder de la cura, con el poder del profesional que decodifica lo que al otro le pasa, por eso se interpreta, por eso se refleja, y también por eso se pone
énfasis en el resonar (que curiosamente es un aporte de la Terapia Gestaltica, y no del ECP), cuando el consonar y el confluir es lo obvio del ECP.

Espero haber podido dar cuenta, en este recorrido de una intención, que a mi entender tiene que estar presente como sentido, como idea de generar una relación que obviamente facilite el resolver aquello que lo hace sufrir a nuestro consultante, pero que sobre todo, como superestructura por sobre la estructura de esta relación de ayuda, sobrevuele un filosofía de lo humano que postula el encuentro nosotros.
Espero también haber podido dar cuenta de que cuando estas ideas subyacen, los vínculos se impregnan de ellas y es por ello que las comparo con la de no directividad, porque generan maneras transformativas humanísticas, de eso se trata la praxis que propongo, y que se hacen concretas en un modo de intervenir como profesionales que nos distinguen y demarcan nuestra identidad.

Andrés Sánchez Bodas- 2008



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